En condiciones normales, nuestro organismo tiene un mecanismo de regulación de los fluidos. Pero en algunas ocasiones este equilibrio se ve alterado por causas muy diferentes.
Los síntomas de la retención de líquidos son:
-Cansancio
- Pesadez de piernas y tobillos
-Calambres
-Aumento de peso
- Pérdida de forma en manos o tobillos (causada por el hinchazón).
Las causas más frecuentes de la retención de líquidos son una mala circulación, mala alimentación, sedentarismo, etc.
1.La mala circulación: Conlleva pesadez, hormigueo, hinchazón… Molestias que ceden con el reposo. Para aliviar estos síntomas conviene realizar masajes (en movimientos circulares desde el pié hasta los muslos), ejercicios en la cama (levantando las piernas haciendo bici en el aire o rotando los tobillos), o descansar unos minutos con las piernas sobre un reposapiés (10cm por encima de la altura de la cintura).
Cuando consumimos demasiados almidones y azúcares (harinas, cereales refinados, bollería industrial, etc.), el organismo termina convirtiéndolos en grasas y los almacena, pero en ese proceso también se retienen líquidos. Durante el proceso digestivo el organismo descompone los almidones y azúcares en forma de glucosa. Pero, una vez en la sangre, se vuelven a unir para ser almacenados en forma de glucógeno, que es una cadena de glucosas. Cuando el organismo une estas glucosas, también sintetiza agua, por lo que retenemos más agua. Es necesario consumir más integrales, y tomar alimentos diuréticos como la alcachofa, el esparrago, calabacín, pepino, etc. que ayudan a reducir la retención de líquidos.
2.Un estilo de vida sedentario: Como permanecer muchas horas de pie, el estreñimiento, dormir poco o en mala postura también provoca retención. Todos estos hábitos ralentizan la circulación de la sangre y restan oxigenación al organismo. Caminar es muy beneficioso, principalmente en caso de varices. Si trabajamos sentados durante mucho tiempo, debemos intentar levantarnos al menos una vez cada hora e mover de vez en cuando los dedos de los pies.
Las causas más frecuentes de la retención de líquidos son una mala circulación, mala alimentación, sedentarismo, etc.
1.La mala circulación: Conlleva pesadez, hormigueo, hinchazón… Molestias que ceden con el reposo. Para aliviar estos síntomas conviene realizar masajes (en movimientos circulares desde el pié hasta los muslos), ejercicios en la cama (levantando las piernas haciendo bici en el aire o rotando los tobillos), o descansar unos minutos con las piernas sobre un reposapiés (10cm por encima de la altura de la cintura).
Cuando consumimos demasiados almidones y azúcares (harinas, cereales refinados, bollería industrial, etc.), el organismo termina convirtiéndolos en grasas y los almacena, pero en ese proceso también se retienen líquidos. Durante el proceso digestivo el organismo descompone los almidones y azúcares en forma de glucosa. Pero, una vez en la sangre, se vuelven a unir para ser almacenados en forma de glucógeno, que es una cadena de glucosas. Cuando el organismo une estas glucosas, también sintetiza agua, por lo que retenemos más agua. Es necesario consumir más integrales, y tomar alimentos diuréticos como la alcachofa, el esparrago, calabacín, pepino, etc. que ayudan a reducir la retención de líquidos.
2.Un estilo de vida sedentario: Como permanecer muchas horas de pie, el estreñimiento, dormir poco o en mala postura también provoca retención. Todos estos hábitos ralentizan la circulación de la sangre y restan oxigenación al organismo. Caminar es muy beneficioso, principalmente en caso de varices. Si trabajamos sentados durante mucho tiempo, debemos intentar levantarnos al menos una vez cada hora e mover de vez en cuando los dedos de los pies.
3.Intenta ir al baño con regularidad: La acumulación de sustancias de desecho en el intestino por el estreñimiento provoca gases, sensación de retención e hinchazón en la zona abdominal.
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